La inacción del Gobierno de España y la presión de Europa sobre el automóvil no tiene sentido
Así se expresaba el Presidente de Suzuki Motor Ibérica, Juan López Frade, que aun así, supo encontrar un punto de optimismo razonable. En su tradicional balance anual anterior a la navidad, celebró que toda la gama Suzuki está ya electrificada, que Suzuki traerá al menos tres grandes novedades en 2021 y que si este año el mercado cierra con unas pérdidas del 32,5%, el año próximo el mercado español superó el millón de unidades.
El optimismo es la mejor medicina en estos tiempos, en los que el mercado global irremediablemente cae debido a la pandemia y otras situaciones políticas y sociales que hacen que la economía no vaya bien.
En este momento hay un descenso mundial del 17% para este 2020 y siendo optimistas, en 2021, si la pandemia comienza a ceder y se hacen un poco bien las cosas, lo lógico es que se podría recuperar el mercado un 10%. Eso sí, seguiríamos con cifras de ventas globales por debajo de las de 2010.
El estado no ayuda
Los datos no son buenos, pero el sector sigue mirando al futuro, a los retos de 2021 y más allá, como define el programa de descarbonización.
El Plan 2020-2040 tiene en jaque al sector por su elevado nivel de exigencia, por medio de la imposición del sistema de medición de emisiones WLTP y las consiguientes multas por exceso de emisiones de CO2.
Para hacer frente a esto, el estado apenas ha puesto en funcionamiento el Plan MOVES y el RENOVE, que a todas luces se ha mostrado absolutamente deficiente.
El comprador no puede ir al concesionario y firmar un montón de papeles, para que el concesionario le diga que ya le avisará cuando llegue la ayuda a la compra, con la inseguridad que eso plantea.
Ninguno de los planes ha funcionado correctamente y en algunos casos ha habido comunidades autónomas que no han llegado ni siquiera a ponerlos en marcha.
Europa nos asfixia
Y las exigencias y ajustes siguen llegando desde Europa para los fabricantes de automóviles. En 2020 se implanta el CAFE -Clean Air For Europe-, que de forma progresiva, entre 2020 y 2030, exige una progresiva reducción de las emisiones que en 2025 llegará a un 15% adicional y en 2030 a un 37,5%. Son exigencias que demuestran que quienes las lograron estos límites no entienden nada del sector, porque lo hacen inviable.
Las marcas son conscientes de que, si hay que cumplir ese nivel de exigencia, ni siquiera el coche eléctrico será suficiente y ya es momento de mirar al hidrógeno. Y todo esto, mientras que de forma paralela se sigue presionando con el GSR o General Safety Regulations, por el cual los fabricantes se ven obligados a equipar los coches con una serie de sistemas que encarecen de forma directa el producto,