El RACE pide la retirada de los semáforos de la A5
Dos días funcionando, atascos kilométricos y ni una sola ventaja en materia de tráfico, contaminación y seguridad vial.
La polémica puesta en marcha de semáforos y radares en el tramo de la A-5 comprendido entre la Avenida de los Poblados y el acceso desde la carretera de Boadilla, lejos de ayudar a solucionar el supuesto «efecto barrera» de la carretera nacional y reducir los efectos de la contaminación y el ruido, se ha mostrado como una medida estéril y que sólo consigue empeorar la calidad de vida de los madrileños del suroeste de la Comunidad Autónoma. Por este motivo, el Real Automóvil Club de España – RACE solicita al Ayuntamiento de Madrid que se replantee la situación y retire el problema.
El RACE quiere precisar que las recientes medidas del Consistorio nada tienen que ver con mejorar la calidad del aire de la ciudad, centrándose en acciones que quieren cambiar radicalmente el modelo de movilidad de la capital sin ofrecer alternativas reales para los centenares de miles de usuarios del vehículo privado que todos los días necesitan acceder a Madrid.
Acciones como los nuevos semáforos y radares en la A-5 se unen a una batería de medidas que demonizan constantemente al coche y la moto y perjudican a aquellas personas que tienen menos posibilidades de modernizar sus vehículos y que carecen de un ‘plan B’ en su día a día.
Medidas que sí ayuden a las personas
El Real Automóvil Club de España reclama medidas que pueden ser aplicadas a corto plazo y que sí conseguirían ayudar al día a día de los ciudadanos madrileños y del resto de España, tales como ayudas a la renovación de un parque automovilístico que ya cuenta con una antigüedad media de 12 años, mejoras en los accesos a las grandes ciudades invirtiendo en infraestructuras y un transporte público de calidad, con un precio más moderado, con menor saturación y mayor frecuencia, para que pueda servir como alternativa real para el día a día.
A día de hoy, conductores de automóviles y motocicletas cubren con creces sus costes de movilidad. Y no sólo eso. Los conductores de coches pagan por encima del 150% de lo que luego reciben en infraestructuras, mientras que el caso de los motoristas es todavía peor, ya que aportan tres veces más de lo que reciben.